23 abr 2008

Regreso al puerto














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Primero es un romance con cada una de las olas. Desde que conecté con la realidad “yo también soy agua”, frecuento más el río y sus alrededores, veo las gotitas saltando y las escucho diciendome “hooolaaaaa”, y decirles “holaaaa” es como seguirles el curso hacia un festín en el mar, o delicadamente rozar el cuerpo de cada sirena de río. Decididamente, con las sirenas comparto secretos de cama. Un librero una vez me advirtió que tenía que cuidarme, “no te vayas a salpicar, no vaya a ser que te conviertas en pececito”. ¿Coincidencias? 23 años y ya estoy vieja para hacerme la boluda.

Secreto en el río no es la segunda parte de Secreto en la montaña. Viene a ser mi iniciación en el mundo de este cableado místico, las venas y arterias que me conforman y que son un río-calesita. Neil Gaiman dice “Passion flows through her like a river of blood”, así tan despacio, es casi como si me llevara de ojos vendados a navegar descalza sobre mi parte iluminada.

Iemanjá danza en el viente. Esa es su morada y lugar de ataque, ahí vive, de ahí reclama. Siempre llama y siempre le da ocupado, porque estoy tanto tiempo pensando en desiertos, en serpientes y castillos en llamas.

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